‘¿Qué hemos hecho para merecer esto?’: Intento fallido

0

Con la misma sinopsis en la mano, sabiendo que estamos delante de una comedia, nos podemos hacer una idea rápida de la sucesión de gags que puede llegar a resultar la cinta. | Por Ferran Calvet

Por Ferran Calvet [Artículo publicado originalmente en catalán en Revista Mirall]

No, no es una versión austríaca de una de las películas más reconocidas de Almodóvar. ¿Qué hemos hecho para merecer esto? (Womit haben wir das verdient?) es la opera prima de Eva Spreitzhofer, una cinta que encara con humor absurdo y punzante la conversión repentina al islam de una de las hijas adolescentes, la Wanda, una mujer de 49 años atea y feminista.

Con la misma sinopsis en la mano, sabiendo que estamos delante de una comedia, nos podemos hacer una idea rápida de la sucesión de gags que puede llegar a resultar la cinta. De hecho, no nos equivocamos, lo es. Los chistes fáciles, rebosados de etnocentrismo, haciendo referencia al estereotipo y a las posibles contradicciones de una conversión al islam por parte de una adolescente europea, se perpetúan durante todo el metraje, cada vez más predecibles y forzados.

Aún así, la comedia nos deja algunos puntos interesantes. Uno de ellos es el de ver como el film sale airoso de un ejercicio tan repetitivo del chiste discriminatorio fácil. Es posible que este aspecto se deba a la sensibilidad que la autora muestra a la hora de dejar la mofa occidentalista de lado e intentar comprender los motivos por los cuales una adolescente sin inquietudes religiosas previas decide vestir el hijab y declararse musulmana. De hecho, es posible que la intención inicial de la película fuera la de buscar una comprensión que finalmente queda en nada por el exceso de comicidad y el mal aprovechamiento de los puntos fuertes que se plantean o se podrían plantear.

Spreitzhofer elabora un relato repleto de tópicos religiosos, culturales y generacionales incomodos para elaborar una comedia banal que se sitúa muy cerca del estatus de película de domingo a la tarde, si no fuera porque su humor no es inocuo. Al final, si tenemos que otorgar algún mérito a la autora, es el de no convertir la cinta en un ejercicio de vergüenza ajena pese a la peligrosa cantidad de humor negro, sino más bien en un incómodo reflejo de una sociedad que por muy tolerante que se autoproclame, se encuentra todavía lejos de aparcar los prejuicios hacia el diferente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *