‘No te preocupes, no llegará lejos a pie’: Una lucha a tres bandas

0

Gus Van Sant vuelve a dirigir a Joaquin Phoenix después de veintitrés años, para dar forma y personalidad a su nuevo trabajo: «No te preocupes, no llegará lejos a pie». | Por Ferran Calvet

Por Ferran Calvet 

El veterano cineasta norteamericano Gus Van Sant, vuelve a dirigir a Joaquin Phoenix después de veintitrés años –la última vez fue en 1995 en Todo por un sueño-, para dar forma y personalidad a su nuevo trabajo: No te preocupes, no llegará lejos a pie.

El film cuenta la historia de John Callahan (Joaquin Phoenix), un alcohólico que queda inválido después de un accidente de coche mientras iba junto con un conocido (Jack Black) de una fiesta a otra. A partir de ese accidente, Callahan, que no tiene la intención de dejar de beber, comienza a asistir a reuniones de alcohólicos anónimos y descubre su gran pasión, el dibujo.

Las casi dos horas de duración de la cinta se soportan, como si de una columna vertebral se tratara, en la magistral actuación de Joaquin Phoenix, quien sabe conducir su interpretación hacia aquello que requiere el guion en todo momento. La contención en los momentos más dramáticos, sobretodo en las escenas del hospital después del accidente, supera en muchos aspectos otras de sus grandes actuaciones que incluso le valieron nominaciones a los Óscar (recordemos que fue nominado por Gladiator (2000), Walk the line (2005) y The master (2012)).

En el otro extremo se encuentra Rooney Mara (Annu en el film), que desempeña un papel muy anecdótico, aunque su poco peso se justifique con la intención de focalizar toda la cinta en la historia de superación de Callahan y dejar de lado su romance con el personaje encarnado por Mara.

Este relato de superación se juega a tres bandas en toda la trama. La más transversal, la lucha del protagonista contra el alcohol. La segunda sería la lucha contra los impedimentos que provocan su invalidez. Y la tercera, contra un cierto grado de autoinculpación por la situación que padece, dónde se incluyen unos intentos de encontrar a su madre-quien según él no le quería- y una animadversión respecto a su entorno y consigo mismo. Todos estos temas se entrelazan a la perfección gracias al guion de Van Sant, que sabe relacionarlos y convertirlos, al fin y al cabo, en una misma lucha que sólo puede uno ganar perdonándose a sí mismo.

Igual que el personaje de Mara, también queda en algo muy residual la afición de Callahan por el dibujo, solo explotándolo en el tramo final del film de una forma bastante superficial y aburrida. Estos mismos dibujos van apareciendo de manera animada en toda la película en unos extraños paréntesis que quedan colgados sin mostrar su verdadera función.

Es por eso que aunque el guion está a la altura en casi todos los sentidos del film, este parece desequilibrado por momentos, al apartar otros temas a los que se les da importancia, a un plano más secundario y residual. También afecta a esa percepción el hecho de que, tras una primera mitad interesante y entretenida, Van Sant se adentre a tratar otros aspectos de una forma más superficial e irregular.

Por lo tanto, la mayor conclusión que se puede extraer es que no veríamos funcionar este mismo trabajo con una interpretación que no estuviera al nivel de la de Phoenix, y aunque Van Sant haya elaborado un guion acertado en algunos aspectos, este parece cojear en otros, evitando así pue podamos estar delante de un film completo que cumple con sus pretensiones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *