‘I’m your man’: Enamorarse de un algoritmo (Berlinale 2021)

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La nueva película de Maria Schrader, directora alemana recién ganadora de un Emmy por ‘Unorthodox’, se estrena en la sección oficial de la 71ª edición de la Berlinale con una propuesta de ciencia ficción. | Por Jaime Lapaz (Festival de Berlín)

Por Jaime Lapaz (Festival de Berlín)

Alma, doctora e investigadora, decide aceptar un trabajo de evaluación de unos robots de lo más sofisticados diseñados para sustituir el mundo del dating. La empresa que la emplea está en la fase de testeo final: expertos de diversos campos deben dictaminar si el producto está listo para salir al mercado; si al igual que una roomba cumple un servicio, tu perfect-match algorítmico puede hacerte feliz. El robot resultante es de apariencia perfectamente humana, como si fuera un replicante bladrunneriano. Su interacción personal es deliciosamente agradable gracias al deep-learning. De hecho, cuanto más hablas con el programa, mejor se adapta el algoritmo a tu personalidad. La idea es igual de terrorífica que el sistema de recomendaciones de Netflix.

La nueva película de Maria Schrader, directora alemana recién ganadora de un Emmy por Unorthodox (2020), se estrena en la sección oficial de la 71ª edición de la Berlinale con una propuesta de ciencia ficción que en su temática recuerda a un cruce entre Black Mirror: Hang The DJ (Timothy Van Patten, Charlie Brooker, 2017) y la maravillosa Her (Spike Jonze, 2013), dos películas que trascendían lo original de la premisa. I’m your man se aventura en un tono de contrastes, a ratos cálida comedia romántica sci-fi, a ratos frío drama antropológico-robótico.

En la vertiente rom-com, Maria Schrader articula una película divertida gracias a la química entre actores y a la eficacia de su parte dialogada. Como Alma, Maren Eggert ofrece una actuación convincente, y como robot Tom, Dan Stevens se acerca a lo romántico y a lo sentimental del mismo modo en que lo hacía Jim Parsons en The Big Bang Theory: desde el patetismo. Tom trata de ser el novio ideal, esparce pétalos de rosa y velas por la casa, ordena la librería de Alma por colores, le prepara el desayuno… “El 93% de las mujeres hubieran disfrutado de esto”, se excusa él.

Porque a Alma le es muy difícil ser capaz de evadirse de la condición de robot de Tom. El interior de su comportamiento no es humano, y en cuanto lo detecta se siente miserable. La dinámica entre Alma y Tom es la de un tira y afloja entre un acercamiento cínico en los momentos de lucidez de la protagonista y un comportamiento tierno en sus instantes más oscuros. “Todos creen que eres genial”, le dice ella. “Todos menos tú”, responde él. Entonces, ¿Alma no puede enamorarse de Tom por su condición de robot o porque el algoritmo del robot no es lo suficientemente perfecto?

En el abordaje de esta cuestión se encuentra la causa de que la vertiente dramática de I’m your man tenga menos profundidad de la que debería. Por una parte, la película transita por el dilema moral jugando con el contexto científico de una forma (a menudo) incongruente. Por otra, el desarrollo del discurso humanista de la película es algo torpe (cayendo en el maniqueísmo y en el subrayado simplista en su último tramo), y el ambiguo final deja un poso más vacuo de lo deseado. Por momentos, Maria Schrader parece no tener claro si quiere apelar a la parte racional del espectador o a la emocional, lo que hace que el calado de ambas vertientes sea más limitado. En un momento de la película, Alma prepara un huevo de desayuno para Tom. Mientras lo pasa por agua, se da cuenta de que es un robot y de que, evidentemente, no se lo puede comer. El agua sigue cayendo. A I’m your man le ocurre un poco lo mismo: es incapaz de dejarse llevar por un tema, sin pensar demasiado, durante un par de secuencias. Y el agua sigue cayendo. Y la película se siente a medio cocer.

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