‘High Life’: La aventura espacial de Denis
Si una sensación puede dejar High Life es la de incertidumbre. Es una cinta difícil de digerir en primera instancia, pero bella y profunda reflexionada en frío. | Por Ferran Calvet
Por Ferran Calvet
El recorrido de High Life por la temporada de festivales previa a su estreno en salas da la sensación que ha sido muy menor a sus posibilidades. Presentada en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián y pasando por festivales como Toronto o Nueva York, el bombo que ha tenido esta cinta en proporción con la expectación de un público con ganas de ver el primer contacto de su directora con el cine fantástico, ha sido más bien escasa. El ejemplo más representativo fueron los horarios intempestivos en los que se encajó la cinta en el Festival de Sitges, un certamen en el que una película de tales características podría tener un papel central en alguna de sus jornadas.
Dejando los aspectos de distribución aparte, la idea de ver a Claire Denis dirigiendo a Robert Pattinson y Juliette Binoche en una aventura espacial, de entrada, ya produce unas buenas sensaciones que no tendríamos con la mayoría de autores del cine actual. La firma de Denis siempre garantiza un producto interesante, igual que lo hace la de Binoche y la de Pattinson, acostumbrado este último a meterse en proyectos de autor des de hace unos años, lejos ya de sus inicios en superproducciones.
Pero aunque esperemos una cinta en la que los efectos especiales tienen una verdadera relevancia, lo que nos encontramos en High Life es un relato que tiene lugar en una nave que, pese estar perdida en el espacio, concentra la trama en su interior, dando al exterior un segundo plano premeditado. De hecho, este podría ser el mar o el desierto, poco cambiaría.
El conflicto que se vive dentro de esta nave podría parecernos un cóctel que mezcla los principios de Gran Hermano –el de TV-, El ángel exterminador de Buñuel y Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Un espacio dónde el ser humano saca lo peor de sí en favor de la supervivencia y el individualismo más malvado. High Life, además, no esconde su perversidad, muy ligada con la reflexión de la condición humana y unos toques existencialistas que llegan en consecuencia.
Denis, por otro lado, nos va presentando diferentes tiempos de forma que ni uno se pierde en el entramado ni pierde el interés por él. Y algo muy importante: no cae en la redundancia. Tampoco decae el interés por los personajes. Pattinson tiene una actuación muy medida, algo más que Binoche, más desatada quizás debido a la función de su personaje.
Si una sensación puede dejar High Life es la de incertidumbre. Es una cinta difícil de digerir en primera instancia, pero bella y profunda reflexionada en frío. Una interesante reflexión sobre el ser humano que encuentra sus puntos fuertes donde pocas cintas han sido capaces de encontrarlos.