‘The American Sector’: Reubicar la historia (Punto de Vista 2021)

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De la misma forma que en el British Museum de Londres podemos encontrar una estatua de la Isla de Pascua o en el Louvre la Gran Esfinge de Tanis, en algunos enclaves de los EE.UU podemos toparnos con piezas del muro que de 1961 a 1989 dividió la capital alemana. | Por Ferran Calvet

Por Ferran Calvet (Festival Punto de Vista

De la misma forma que en el British Museum de Londres podemos encontrar una estatua de la Isla de Pascua o en el Louvre la Gran Esfinge de Tanis, en algunos enclaves de los EE.UU podemos toparnos con piezas del muro que de 1961 a 1989 dividió la capital alemana. Este extraño -o no- y desconocido fenómeno es en lo que se centra el documental The American Sector, dirigido por Courtney Stephens y Pacho Velez y presentado en la sección oficial del Festival Punto de Vista de Pamplona, que este año se celebra en formato híbrido debido a la pandemia. 

El trabajo de Stephens y Velez, que tuvo su première en la sección Specials de la 70ª edición de la Berlinale, resigue los distintos puntos de la geografía norteamericana en los que se encuentran expuestas partes del Muro de Berlín: estaciones de metro, parcelas privadas, vestíbulos de grandes multinacionales, bibliotecas, colegios, universidades, cunetas, fuentes, plazas o calles, son solo algunos de los enclaves en los que se conservan estos trozos de Muro de tres toneladas cada uno, cachos de hormigón con un valor histórico ¿incalculable? y un símbolo del fin de la Guerra Fría y de la derrota del comunismo en favor del modelo económico estadounidense. 

El documental, que dedica gran parte de su metraje a su labor contemplativa, buscando dejar una interesante impronta visual a partir de sugestivas imágenes de las nuevas localizaciones de estas piezas, también concede un interesante espacio a personas intrínsecamente relacionadas con estas estructuras, que intervienen para justificar, en cierta manera, lo que puede parecer un delirio consumado por fanáticos y patriotas. 

Lo más interesante de The American Sector, quizás, es como el film juega con las distintas percepciones que se pueden tener de estos nuevos enclaves. Por un lado, la ridiculización del culto a lo que orgánicamente es un trozo de hormigón de más de 60 años, glorificado por una serie de personas e instituciones a las que su absurdo fetichismo les ha llevado a querer tener este pesado ornamento a su disposición, en un ejercicio similar al de los santuarios que poseen una reliquia. Por otro, el convencimiento de que, en realidad, el muro es un elemento histórico con una lícita carga simbólica que no vale obviar. Al final, para un patriota americano o una multinacional bendecida por el libre mercado, tener dicha pieza en su vestíbulo puede ser equiparable al cazador que exhibe la cabeza del ciervo en su salón. 

Seguramente es esta representación del triunfo de la hegemonía capitalista lo que ha hecho que estas porciones de muro tengan tal valor simbólico para sus propietarios y los transeúntes y curiosos que se acercan a ellas con la cautela y la curiosidad de aquél que se encuentra con un ovni o un extraterrestre por la calle. 

El film de Stephens y Velez se entromete e investiga. No se presenta como un mero montaje que funciona como un mapa de las ubicaciones de los vestigios del Muro en Estados Unidos. Más bien se trata de un documento etnográfico que psicoanaliza un sector de la sociedad convencido de que el fin de la Guerra Fría fue la puerta de entrada de la libertad en la mayor parte del planeta, aquello que Fukuyama se atrevió a titular como el fin de la historia. 

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