Sitges 2019| Día 9: Sitges tiene un color especial

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El ciclo de Sitges 2019 comienza a cerrarse pero esto no significa que el festival rebaje su intensidad. Llega el fin de semana y con él vuelven las salas llenas y las largas colas, si es que en algún momento se habían extinguido. | Por Ferran Calvet

 

Por Ferran Calvet

El ciclo de Sitges 2019 comienza a cerrarse pero esto no significa que el festival rebaje su intensidad. Llega el fin de semana y con él vuelven las salas llenas y las largas colas, si es que en algún momento se habían extinguido.

El viernes fue el día de descubrir una de las cabezas de cartel del certamen, Color out of Space, que ha significado el retorno del gran Richard Stanley a Sitges con la adaptación de un relato de H. P. Lovecraft, después de un largo tiempo sin elaborar un largometraje de ficción. La película no solo significa el retorno de Stanley al registro, también se confirma el nombre de Nicolas Cage como un habitual en la pantalla del festival, con otra alocada interpretación, muy en la línea de Mandy de Panos Cosmathos el año pasado e incluso de Mom and dad, de Brian Taylor, hace dos ediciones.

Color out of space muestra, desacomplejadamente, su influencia lovecraftiana, presentando un puro ejercicio de ciencia ficción que brilla gracias a su coloridad achicletada. Un relato que no se basa solamente en su componente fantástico sino que se apoya en un intenso drama familiar que se sostiene gracias a la ya mencionada interpretación de Cage, quien vuelve a acabar con la cara bañada en sangre. Sin duda uno de los mejores apuntes del festival y, quizás, el mejor de la jornada de ayer.

El penúltimo día también nos brindó la oportunidad de visionar un clásico en 4k, como fue el caso de Crash (1996), de David Cronenberg. Es destacable el esfuerzo que hace el festival para hacer un sitio a la recuperación de clásicos, no solo en sus secciones Seven Chances y Sitges Clàssics, sino también en sesiones especiales y muy especialmente en el espacio Brigadoon, que quizás queda, en ocasiones, injustamente olvidado por el crítico y el espectador por culpa de la vorágine de estrenos y propuestas en los demás espacios del festival. Una de las faenas de la prensa tendría que ser valorizar este espacio donde año tras año se tiene la oportunidad de recuperar grandes cintas del terror universal.

La cinta de Cronenberg, sin embargo, tuvo lugar en el Prado, con una sala orgullosamente llena para ver en pantalla grande este clasicazo. El film, adaptación de la novela homónima de James Graham Ballard –quien también escribió El imperio del Sol, llevada al cine por Spielberg el 1987-, es un relato de extrema perversión que nos presenta unos individuos que comparten el fanatismo por presenciar y recrear accidentes automovilísticos –afición que, por cierto, tiene un nombre: Sinforofilia-. Cronenberg se auto deleita durante toda la cinta mostrando sexo, cicatrices y accidentes, buscando en el desastre un perverso aliciente erótico. Una cinta turbia y controvertida que en 4k y en pantalla grande se digiere mejor.

Otro de los puntazos del día ha sido la película de clausura de la sección Órbita, la italiana 5 è il numero perfetto, escrita y dirigida por el polifacético artista Igort, en una adaptación de su novela gráfica homónima, publicada en 2002. El principal aliciente de esta cinta es el de ver al incomparable Toni Servillo en la piel de un retirado camorrista que busca venganza por la muerte de su hijo. La cinta es un célebre ejercicio de adaptación del cómic al cine, al que es fiel en casi todos los aspectos. Los espacios, que navegan entre la teatralidad y la estética gráfica, son quizás lo más logrado y lo que nos hace recordar durante todo el metraje qué es lo que estamos viendo. Un relato emocional y sentido llevado a cuestas por Servillo, con una inesperada e inspirada definición. Una propuesta completamente diferente a todo lo que se ha visto durante el festival en la pantalla de l’Auditori, a la vez que un buen ejercicio de versatilidad por parte del festival por hecho de abrazar una propuesta tan singular.

Por último, decidimos cerrar la jornada volviendo al Prado con la española Jesus shows you the way to the highway, dirigida por Miguel Llansó, convirtiéndose, sin quererlo (supongo y espero), en la peor experiencia de lo que va de festival. Una película que parte de un planteamiento tan absurdo que lo peor que puede hacer es tomarse en serio. Al principio, sus recurrentes tonterías parecen simpáticas, pero cuando se plantea y se muestra como lo que es, los pocos toques humorísticos que le quedan por presentar son incapaces de provocar una risa que no sea de burla. Una propuesta que pide ser olvidada de inmediato.

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