Sitges 2019| Día 4: El precio de los sueños
El encierro, la alienación, la pérdida de la personalidad y la falsa maternidad han sido temas que han ido repitiéndose durante toda la jornada del cuarto día de festival.| Por Ferran Calvet
Por Ferran Calvet
Día grande en Sitges gracias a la presencia de grandes exponentes no solo del género sino del cine en general: Pupi Avati, Charles Band, Asia Argento, Olga Kurylenko o Gaspar Noé. No ha estado tan alto, pero, el nivel de las propuestas de la Sección Oficial que hoy se han podido ver en el Auditori, con temáticas extremadamente recurrentes y repetitivas, una especie de Dejá Vu que ha durado des de las 2 de la tarde hasta las 11 de la noche. El encierro, la alienación, la pérdida de la personalidad y la falsa maternidad han sido temas que han ido repitiéndose durante toda la jornada del cuarto día de festival.
Primeramente con The Nest, la ópera prima del realizador italiano Roberto de Feo, que ha tenido la fortuna de presentar su película justo después de que, en el escenario del Auditori, el gran Pupi Avati recogiera el Premio Nosferatu en reconocimiento a su trayectoria dentro del género de terror. La definición de la cinta de De Feo es repetición y estancamiento. La sensación es mayor aún para los que vimos ayer Carmilla, de Emily Harris. El mismo relato, la misma aura gótica, la misma figura materna, la misma irrupción de un personaje externo que lo cambia todo. Una película técnicamente correcta pero que no aporta nada ni lo pretende, como tampoco lo hacía Carmilla.
Seguidamente ha sido el turno de The Room, la película del director francés Christian Volckman, que ha propiciado la presencia de Kurylenko en el Auditori. Y, como ya hemos avanzado, los tópicos del género han seguido reiterándose. La diferencia es que The Room, quizás, posee un ritmo que la hace funcionar y unos giros que pese a ser bastante previsibles aligeran el peso de la trama. Al final, Volckman se acaba enredando con las herramientas que ha usado para provocar suspenso y cierra la cinta de una forma tan perversa que es digna de aplaudir.
El legado de The Room ha sido tomado, no sin un retraso que se ha ido alargando, por Vivarium, de Lorcan Finnegan, una cinta esperada por los buenos comentarios que ha ido recibiendo en las anteriores proyecciones del festival. El planteamiento es del todo jugoso, una pareja (formada por Imogen Poots y Jesse Eisenberg) que visita una casa junto a un agente inmobiliario que desaparece y se ven recluidos en ella y su vacía urbanización sin forma de escapar. La película es una mirada muy cruda de la existencia en sí, planteando no sólo el sinsentido de esta sino la obligación moral que resulta la formación de una familia estructurada y feliz. Un relato frío, helado, de la direccionalidad de la vida humana y la función de cada uno, usando como metáfora la insistencia de Eisenberg en cavar su propia tumba.
El último plato del día ha sido el cortometraje del gran Yorgos Lanthimos durante la Gala Meliés, en la que se ha reconocido la trayectoria de Asia Argento, que ha bromeado durante un buen rato con el público y con Gaspar Noé, que ha sido el encargado de entregarle el galardón. El cortometraje del cineasta griego, Nimic, es una vuelta a la reflexión de la identidad y el individuo que Lanthimos ha desarrollado en sus obras anteriores a The favourite. Puro Lanthimos. La imitación y la sustitución como vía de pérdida del yo. Menos de un cuarto de hora que, ahora mismo, no sé si sabe a poco o a mucho.
Al cortometraje de Lanthimos, y para culminar la Gala Meliés, le ha seguido el mediometraje Lux Aeterna de Gaspar Noé, aunque una retirada a tiempo evita el desgaste innecesario en un día en que a nivel personal no se ha disfrutado de lo visto. De bien seguro que se recuperará y se podrá hablar de él.