‘Mbah Jhiwo’ (‘Ancient Soul’): Liberar las creencias (Berlinale 2021)
La cinta, producida por Rocío Mesa, rompe con las expectativas que se puedan tener ante un filme de producción hispánica. | Por Ferran Calvet
Por Ferran Calvet (Festival de Berlín)
En la Berlinale más atípica de los últimos tiempos, la presencia española es tan ínfima que resulta sorprendente. La única cinta seleccionada en alguna de las secciones del certamen (concretamente en Forum) que goza de una producción cien por cien española es la dirigida por Álvaro Gurrea, Mbah Jhiwo (Alma Anciana), que supone la ópera prima de este joven cineasta barcelonés.
La cinta, producida por Rocío Mesa, una de las productoras más destacadas a nivel nacional, rompe con las expectativas que se puedan tener ante un filme de producción hispánica. Y es que esta nos sitúa en Indonesia, más en concreto en las minas de azufre de las grandes laderas del cráter del Kawa Ijen, y centra su foco en Yono, un minero que ve como su mujer abandona el hogar familiar tras convencerse de que no puede cambiar su destino. A partir de entonces, Yono se encuentra atrapado en un eterno retorno marcado por una serie de dogmas y creencias que van desde el animismo hasta el capitalismo pasando por el islam.
Es quizás esta idea tan compleja y a la vez difusa de fragmentariedad la responsable de que, en primera instancia, podamos divagar sin rumbo dentro de una historia que poco a poco se va aposentando y ganando consistencia y sobriedad para alcanzar su plenitud, sobre todo al final del segundo y en el tercer acto. Esto no significa que el filme de Gurrea no plantee nada interesante hasta este punto, mas, al contrario, desde los primeros planos la pantalla se llena de imágenes hipnotizantes y cautivadoras, algunas de las minas de azufre, que desprenden este color amarillento tan visualmente atractivo, y otras de escenas cuotidianas y rituales que podrían funcionar perfectamente como material etnográfico.
Aun así, y pese a esta sensación de que la cámara es en todo momento transparente, el film adquiere, con el paso de las subtramas internas, un carácter de película fantástica, o más bien mágica. Y es que lo que comienza pareciendo un filme de redención espiritual termina desembocando en una detracción feroz no solo a la cultura capitalista, que es capaz de llenar las minas de turistas mientras los mineros trabajan, o hacer que los jóvenes solo hablen de las tendencias de las criptomonedas, sino también a la necesidad del hombre en creer en lo inefable.
Mbah Jhiwo, además, pasa a formar parte de este nuevo cine español que, lejos de conformarse con los tópicos del cine patrio, algunos ya bastante desgastados, planta su cámara lejos de nuestras fronteras para realizar una mirada perspicaz a costumbrismos ajenos, un cine representado principalmente por Oliver Laxe y sus dos películas anteriores a la exitosa O que arde, Todos vós sodes capitáns (2009) y Mimosas (2016), y que en la Berlinale pasada encontró su sitio a través de la cinta Entre perro y lobo de Irene Gutiérrez. La similitud del filme de Gurrea con los de Laxe o Gutiérrez, se encuentra sobre todo en el hecho de no caer en un cierto orientalismo y, por lo tanto, en no mirar hacia estas culturas a través de un prisma de superioridad y falsa tolerancia, sino más bien partir del respeto mutuo entre el entorno y el objetivo, entre aquello que es natural y aquello que perturba la harmonía de estos lares: la cámara.
Berlín es solo el primer peldaño para una cinta que parece que va a ser una de las sensaciones de la temporada cinéfila española, un filme inaudito que llega para replantear los cánones cinematográficos patrios y que, quizás sin quererlo, se ha convertido, durante la semana del 1 al 5 de marzo, en nuestra mejor representación ante la industria mundial.
Aplaudo al filme, director y productora, así como al autor de esta crítica.
En la vida hay que arriesgar , abrir la mente y la visión del ser humano más allá de nuestras fronteras. Seguro que con Mbah Jhiwo, lo lograremos.
Mi más sincera enhorabuena.