‘Happiness’ (2022): Una historia de violencia

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En Baqyt (Happiness), la protagonista se enfunda un vestido naranja y reúne a mujeres para vender unos cosméticos que se anuncian como una oportunidad para acceder a la fortuna. | Por Ferran Calvet

Por Ferran Calvet (Cinema Jove)

El trabajo del fotógrafo y pensador Joan Fontcuberta tiene como interés principal el cuestionamiento de la fotografía como medio objetivo. Fontcuberta tiene muy claro que toda imagen revela una mentira, incluso las que guardamos en nuestros álbumes de família con el fin de autoconvencernos de nuestra felicidad. En las redes sociales, esta apariencia de -falsa- satisfacción todavía es más pronunciada. Nuestros amigos y referentes parecen tener la sonrisa cosida en el rostro y llevar una vida perfecta, a la vez que solo enseñan aquello que les interesa para aguantar su discurso. En el fondo, navegar por el feed de Instagram es hacerlo en un mar de grandes mentiras.

En Baqyt (Happiness), la protagonista se enfunda un vestido naranja y reúne a mujeres para vender unos cosméticos que se anuncian como una oportunidad para acceder a la fortuna. Con un aspecto y una oratoria impecable, el personaje interpretado por Laura Myrzakhmetova parece tener la clave del bienestar del prójimo. Sus charlas, cercanas a un panfleto de autoayuda, no serían tan arrebatadoras si anteriormente no hubiéramos sido testigos de su situación.

El filme, dirigido por el kazajo Askar Uzabayev, y reconocido con el premio del público de la sección Panorama de la pasada Berlinale, ya nos da, en sus primeros compases, algunas pistas de la sumisión doméstica que viven sus personajes femeninos. En la segunda escena de la película, la protagonista, desnuda su torso ante el espejo, descubriendo unos hematomas que suponemos que los ha provocado el hombre que en aquel momento aporrea la puerta. La boda (de conveniencia) de la hija que tienen en común se acerca y en el hogar todo debe de estar en orden y, evidentemente, esta es su responsabilidad.

La que podríamos considerar como la primera parte de Happiness tiene una inclinación de documento etnográfico en cuanto dedica sus esfuerzos a captar, sin prisas, el enlace de la joven. La cámara nos adentra en una boda tradicional kazaja y se nos hace testigos de un ritual marcado por la supremacía de la figura masculina. Esta es la parte más ligera del filme, y sirve para poner sobre la mesa unas cartas que nos introducen en su fase clave, cuando la hija ya pertenece a otro hombre y el matrimonio se queda solo en el hogar.

Uno de los filmes más controvertidos de la historia del cine contemporáneo es Irreversible de Gaspar Noé. La violación explícita al personaje de Monica Bellucci otorgó la medalla de cineasta problemático a su director, que todavía hoy, y por méritos propios, conserva. Uzabayev no solo nos hace testigos de una dura violación conyugal, sino de dos palizas escalofriantes. De forma inteligente, el guion introduce la voluntad de la mujer de divorciarse, como un mecanismo para romper la institución del matrimonio tradicional, algo que desencadena un arrebato de violencia masculina que convierte la cinta en un terrorífico retrato de la violencia doméstica en Kazajistán.

Así pues, el maquillaje que vende Myrzakhmetova no sirve para alcanzar la felicidad, sino para tapar las cicatrices de las palizas y las agresiones. Cuando nos damos cuenta de ello, es cuando comienzan a encajar todas las piezas de un filme que tiene guardado el tramo más duro para el final, en el que se evidencia que las autoridades y la justicia no tienen la intención de estar del lado de la víctima (aunque, realmente, es algo que el espectador nunca ha esperado). Por consiguiente, la mayor condena para la mujer no es la cárcel, sino volver al hogar, a convivir y a cuidar de su agresor.

Uno de los aspectos que llaman más la atención de Happiness es la posición de las mujeres que rodean a la protagonista. Con la excepción de la abogada que asesora a Myrzakhmetova en el proceso de divorcio, la hija y la cuñada de esta se posicionan con el marido y ponen las cosas más difíciles en todo el proceso. Uzabayev no solo nos presenta el sistema corrompido y misógino de su país, sino que señala la mentalidad patriarcal inculcada incluso en las mujeres, que a la vez se nos intuyen como víctimas de estas propias ideas.

Aun así, atrevámonos a hablar de esta película no exclusivamente como un retrato de la situación kazaja, sino de un filme de validez universal. Happiness nos presenta un relato que podría suceder, de forma similar, en cualquier país del mundo. Sin ir más lejos, en España, veinte mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas en lo que llevamos de año. ¿Nos sorprendería si esta historia, en vez de en Almati, sucediera en Madrid?

Ampliación: La película ha sido galardonada en la 37ª edición del Cinema Jove con la Mejor Dirección, Mejor Interpretación (para Yerbolat Alkozha) y el Premio del Público.

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