‘Espíritu sagrado’: El misterio más ordinario (Locarno 2021)
Estableciendo un popurrí de géneros y referencias, Espíritu Sagrado es una especie de híbrido entre el misterio, la comedia, la ciencia ficción, el drama y la crónica negra, un trabajo difícil de clasificar. | Por Ferran Calvet
Por Ferran Calvet
Nota: ★★★★☆
A medida que el jurado del Festival de Locarno, presidido por Eliza Hittman, ha ido desvelando el palmarés de su 74ª edición, la delegación española —por cuadrarlo con este atípico año olímpico— ha ido acumulando hasta 4 medallas: tres para Sis dies corrents de Neus Ballús (Mejores interpretaciones masculinas para Mohamed Mellali y Valero Escolar, Premio Europa Cinemas Label y Mención Especial del Jurado Joven Independiente) y una para Espíritu Sagrado, de Chema García Ibarra, en forma de Mención Especial del Jurado del Concorso Internazionale.
Sin duda estamos ante dos filmes que este año llenarán ríos de tinta y a los que se les augura una fructífera temporada de festivales. Hace unas horas supimos que el trabajo de García Ibarra estará en la programación del próximo Festival de Sevilla, mientras que la cinta de Ballús estará, en unas semanas, en el Festival de Toronto. Unos logros que, ante el poco volumen de producciones españolas en la última Berlinale y en el reciente Cannes, convierten Locarno en uno de los faros del cine independiente patrio.
Seguir y cubrir el festival suizo no es fácil. Se celebra en un emplazamiento de ensueño —por lo que los precios están por los aires— y en pleno agosto —cuando a la mayoría de los mortales se nos permite descansar—. Aun así, este año la organización ha facilitado su seguimiento por vía telemática —principalmente a raíz de la pandemia—. Es así como los acreditados al formato online hemos podido conocer una de las dos producciones españolas presentadas en el festival, el filme ufológico de Chema García Ibarra, Espíritu Sagrado.
La cinta, que en realidad se trata de una coproducción entre España, Francia y Turquía, nos sitúa en Elche, y más en concreto en una inmobiliaria de dudoso prestigio, donde se reúne la asociación OVNI Levante, presidida por Julio. Cuando este muere, uno de los miembros del grupo, José Manuel debe de hacerse cargo de un proyecto que tenían a medias que iba a cambiar el destino humano. De forma paralela y al final entrelazada, una niña desaparece sin dejar ningún rastro.
Estableciendo un popurrí de géneros y referencias, Espíritu Sagrado es una especie de híbrido entre el misterio, la comedia, la ciencia ficción, el drama y la crónica negra, un trabajo difícil de clasificar debido a la libertad que se ha tomado García Ibarra en la realización de un guion que también ha salido de su pluma.
Lo que parece más interesante, pero, es la forma con la que el filme aborda una historia tan extraordinaria a partir del más trabajado realismo, de esta España de gotelé que tiene incorporada en su vida las transfiguraciones y la presencia de OVNI. Una tendencia inequívoca de propender a lo desconcertante e incluso a lo irracional —algo que también ocurría en su último cortometraje, Leyenda Dorada (2019)—.
A partir de aquí, es fácil que nos venga a la mente uno de los más recientes logros del cine español, Destello Bravío de Ainhoa Rodríguez, una cinta que nos situaba en la España profunda —quizás la situación geográfica de García Ibarra es algo más difusa e irrelevante— para adentrarnos, no solo hacia la denuncia, sino hacia un universo de creencias y supersticiones que, en el fondo, están alineadas, como mínimo en espíritu (valga la redundancia), con las de Espíritu Sagrado.
Aun así, quizás el aspecto visual no es tan importante para el filme de García Ibarra, aunque la película aguarde algunas referencias pulp, kitsch e incluso cinéfilas interesantes —las ediciones del libro de Julio, las pirámides en las paredes de los bares o el pintoresco plano de la cantina que abre este artículo—, además de esta luz que parece volver en misterioso todo lo que aparece en pantalla. El magnetismo del filme se encuentra, más bien, en la extraña cotidianidad de los avistamientos y las desapariciones, en la ordinariedad de lo sumamente extraordinario. Y esto no solo se provoca con efectos visuales, que al fin y al cabo son puntuales, sino a partir de atmósferas, ambientes, historias y personajes.