Entrevista a Laura Herrero Garvín, directora de ‘La Mami’
En el marco del Festival D’A de Barcelona, celebrado este año vía Filmin debido a las circunstancias sanitarias, se ha estrenado en España el segundo largometraje documental de la directora toledana Laura Herrero Garvín, ‘La Mami’. | Por Ferran Calvet
Por Ferran Calvet
En el marco del Festival D’A de Barcelona, celebrado este año vía Filmin debido a las circunstancias sanitarias, se ha estrenado en España el segundo largometraje documental de la directora toledana Laura Herrero Garvín, La Mami, que además del cálido recibimiento de crítica y público se ha hecho con una mención especial concedida por el jurado de la crítica.
La Mami nos sitúa en los aseos del Cabaret Barba Azul de la Ciudad de México, un espacio en el que varias ficheras del local comparten sus momentos de intimidad antes o después de bailar y beber con sus clientes, un espacio regentado por la misma Mami, una fichera veterana que ejerce a la vez de protectora y referente.
Dado el éxito de la cinta en el certamen decidimos entrevistar a su autora, que debido a las mismas condiciones que llevaron al D’A a celebrarse vía online, la entrevista ha tenido que llevarse a cabo a través de correo electrónico y de manera posterior a la celebración del festival.
FC: Primero de todo, veo oportuno preguntarte cómo has vivido la participación en este experimento de festival online forzado por la situación que estamos atravesando y que ha tenido una repercusión y un alcance mayores que un certamen presencial, y que ha significado para tu película la participación (y el éxito) en este.
LH: Me hacía especial ilusión estrenar en este festival, porque en estos momentos Barcelona es mi ciudad, y como espectadora el D´A me parece una cita imperdible.
La película tiene mucho de Ciudad de México pero también de Barcelona, el último proceso de montaje y la postproducción se realizaron aquí por lo que nos apetecía mucho compartirlo de forma colectiva, emocionarnos y reírnos juntos, y después, al salir, comentarla y celebrarla. Sabemos que para un documental autoral la posibilidad de estar en salas tiene corta existencia y pertenece gran parte a su ruta de festivales que en el caso de La Mami se está truncando con cancelaciones y retrasos. Pero lo que vivimos es demasiado grande, y creo que el D´A ha tenido una gran iniciativa para la difusión de nuestro cine. Me encanta el festival, su programación y ha sido un honor ser la única película española y el único documental en la sección competitiva Talent.
Y tengo que decir que el balance general ha sido espectacular, los espectadores se multiplicaron por miles en vez de cientos, llegamos a muchos más rincones y se rompió un poquito la centralización de las salas y los festivales de cine de autor. Y al final me hizo muy feliz la cantidad personas que se tomaron el tiempo para compartir comentarios públicos y privados desde sus casas, conectadas con la peli, con las personajes. Sigo teniendo necesidad de sala, de esa caja negra mágica, pero tengo que aplaudir la propuesta del D´A Film Festival con Filmin, porque han hecho volar la peli a pesar de la tormenta.
Repasando tu filmografía, tus tres películas más importantes (los largometrajes El Remolino y La Mami y el cortometraje ¿Me vas a gritar?) han sido producidas o coproducidas en México. ¿Qué motivos te han llevado a trabajar en este país de una forma tan recurrente?
El motivo principal es que he vivido en México 8 años. Llegué allá en 2008 para realizar un intercambio académico cuando estudiaba Ingeniería en Telecomunicaciones (sí, soy Ingeniera) y desde esa visita de 8 meses no pude dejar de pensar en este país y buscar excusas para volver. En 2010 volví para asentarme y empecé a hacer cine allá. Mi experiencia con México y el cine van a la par, considero que hasta hoy, la mayoría de mi cinematografía es Mexicana, allí empecé a hacer cine, allí maduré tanto profesional como personalmente. Y estoy segura de que siempre habrá una conexión estrecha entre mis películas y México.
Un poco en línea con mi curiosidad por tu inclinación por trabajar en México, te quería preguntar como trabajas para encontrar y localizar historias para documentar como la del Barba Azul en La Mami o como la de tu primer largometraje, El Remolino, que se llevaba a cabo en una población recóndita a las orillas del Río Usumacinta.
Casi siempre que inicio una historia, esta llega a mí, y no puedo voltear a otro lado, la tengo que contar, así me ha pasado con la mayoría de mis proyectos. Encuentro a las protagonistas, Esther, Pedro, La Mami, Priscila… y me obsesiono por mirar y entender su forma de desenvolverse en el mundo.
En La Mami, el foco se pone sobre un grupo de mujeres que trabajan de ficheras en un cabaret en Ciudad de México, pero el relato no centra la atención en la realización de su tarea en el local, sino en los tiempos que ellas pasan en los aseos del piso de arriba, donde las vemos hablar sobre algunos aspectos íntimos de su vida: sus orígenes, los motivos que las han llevado al oficio, su familia o incluso sus miedos. En el momento de rodar el film, ¿cómo conseguiste el equilibrio entre obtener lo que tú querías o necesitabas para el funcionamiento de la película y lograr que ellas se sintieran cómodas hablando de ellas mismas, sin verse invadidas por la cámara?
Para realizar esta película necesitamos realizar un proceso de investigación de casi tres años. Sabía que quería hacer una película íntima, cercana, que no supusiera. El acercamiento inicial fue con La Mami, ella fue mi primer contacto y llave de entrada, empatizamos rápido, pero establecer la confianza con la chicas fue un reto mayor. Ellas, alrededor de 25 mujeres, van y vienen y el mundo de la noche les ha hecho ser desconfiadas y estar alerta, lo entiendo perfectamente.
Empecé muchos meses, incluso años, solo estando, compartiendo conversaciones y conociendo sus dinámicas mucho más. Un trabajo largo de escucha y observación. Y poco a poco fui teniendo más claro lo que yo necesitaba grabar y ganándome la confianza de ellas. La exposición de la identidad fue un tema, algunas accedían a participar solo con su voz, otras con voz y de espalda, algunas pocas con todo, o sea mostrando su identidad. Pero al final, cuando comenzamos a grabar la mayoría me fueron diciendo que participaban con todo. Al final todas se sentían parte del proyecto y les apetecía jugar. La película está grabada en su mayoría observacionalmente, pero hubo puntos de partida que provocan situaciones, conversaciones, que hacían salir sentimientos, también secuencias más controladas como en la pista de baile. En el momento del rodaje a la mayoría las conocía muy bien, las entendía perfectamente.
En línea con esto, desde mi posición de espectador tengo la sensación de que para realizar un retrato tan cercano de este grupo de mujeres es necesario que tanto tú como el equipo de rodaje desarrollen una complicidad con ellas. No sé si esta percepción se ajusta a la realidad.
La complicidad, la intimidad y el respeto eran esenciales. Elegí a mi equipo, casi todas mujeres, pensando mucho en eso, la cercanía con las chicas era fundamental. Todo el equipo se involucró conmigo en algún momento de la investigación, se ganó la confianza de La Mami y de toda la familia del Barba Azul.
En la película veo varias lecturas posibles, la más obvia parece que es la de género y la presentación de una violencia contenida que afecta directamente a la vida y la idiosincrasia de estas mujeres, pero también encontramos un claro retrato de clase, en ocasiones nutrido por situaciones difíciles e incluso trágicas de la vida íntima y personal de estas. También percibo un cierto diálogo generacional planteado por la relación entre La Mami y las chicas del cabaret, que acaba presentando a la protagonista no solo como un referente sino también como una protectora que reza por el bien de sus compañeras. Con esta multiplicidad de lecturas (y quizás dejándome alguna en el tintero), te quería preguntar si el resultado final de la película se ajusta a tu idea previa de esta o algunas cuestiones se han ido planteando por la propia inercia del rodaje.
Me gusta el cine documental porque se crea en el proceso, siempre se va transformando, es un constante ejercicio de intuición y fluidez. Como directora marcas un destino, pero realmente no puedes controlar a través de qué caminos llegarás.
Mi primer acercamiento a este espacio fue una noche de baile con amigos, conocí a La Mami en una subida al baño. Y ahí entendí que en medio de este lugar frenético y hostil para las mujeres, La Mami significaba el abrazo, la alianza femenina, la resistencia. Este baño era una burbuja, una “habitación propia” (como la de la Woolf) necesaria para subsistir en la ajetreada noche. Ahí empezó todo, la primera idea, la necesidad de hacer la película, de empezar a escribirla. Pero en el proceso, y conociendo más a estas mujeres la película fue cambiando.
Priscila, por ejemplo, llegó 5 días antes de que empezáramos a filmar, su presencia nutrió la historia, le dio una y varias vueltas. Ahora la peli no sería tan centrada en La Mami, sino en la relación de transferencia entre ellas dos, que se reflejan en este baño. Cuando un personaje como Priscila llega de la nada en un proceso de grabación es importante saber cambiar planes y adaptarse. También el espacio se empezó a gentrificar, esto dio otro giro, hubo varios giros en el proceso de grabación.
Me llama mucho la atención que tus dos largometrajes se opongan tanto en el espacio en los que se desarrollan. El Remolino se lleva a cabo en un espacio rural y trabajas mucho en el exterior, y en cambio en La Mami apenas te mueves del mismo espacio interior, que es este aseo del cabaret Barba Azul, que a la vez está situado en una de las mayores urbes del mundo. Me pregunto si consideras este contraste como una evolución natural de tus intereses como cineasta.
Sí, hay un contraste abismal entre lo externo y lo interno en estas dos películas. Pero creo que ambas se centran en micromundos, pequeñas muestras que hablan de algo más grande. En una noche en la principal localización de La Mami, el Cabaret Barba Azul, las visitas superan el número de habitantes de la pequeña comunidad de El Remolino. Hay algo muy importante en las dos películas que es la relación de los personajes con su entorno, y cómo esto influye a su estado de ánimo, a su fuerza, a sus procesos internos. En El Remolino las diferentes fases del ciclo natural (la inundación, la bajada del agua y la siembra, la época de la seca y la cosecha, y de nuevo las lluvias) marca el arco emocional de los personajes, los relaciona constantemente con su entorno.
En La Mami, nunca saldremos del Barba Azul, cabaret mítico de la Ciudad de México de los años 50. Este es el espacio protagónico y la contraparte masculina de La Mami y las mujeres que ahí trabajan. La película transcurre entre la planta baja, donde está el salón de baile, y la planta alta donde está la zona de descanso y los baños. Abajo las ficheras ofrecen sus servicios de baile y compañía, adoptan una personalidad frente a los clientes, pero cuando suben a los baños pueden ser “ellas mismas”. Doña Olga, La Mami, pasa la mayoría de su tiempo en los baños, ahí es donde esperará a Priscila y a las mujeres del Barba Azul, que transitan constantemente entre estos dos espacios. La noche en el cabaret está llena de subidas y bajadas y las escaleras son la ruta de paso de un instante a otro, un espacio de transformación, la conexión entre dos mundos que dialogan constantemente. La noche del Cabaret Barba Azul tiene que ver con un doble movimiento entre la Sala de Baile y el Baño. Y entre estos dos lugares hay una tensión constante, una acción que genera una reacción. El movimiento entre estos dos espacios ayuda a entender a nuestras personajes, cómo se relacionan entre ellas, cómo se van transformando.
Y por último, tengo constancia de que La Mami ha sido presentada en dos festivales de la altura del SXSW y del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG). ¿Cómo ha sido la recepción de la película en estos festivales, sobretodo en el certamen mejicano?
La Mami se estrenó el noviembre pasado en la competencia principal de IDFA 2019. Entre los festivales que hemos asistido está el MoMA Doc Fortnight, Doc Point y Tempo Film Festival, donde recibimos el premio a Mejor Documental Internacional. Hemos sido seleccionadas en festivales como SXSW, Full Frame, DocPoint, Guadalajara y Málaga entre muchos otros, pero algunos han sido retrasados y otros cancelados debido a la situación actual. También hemos participado de forma online en varios festivales entre ellos el D’A en Barcelona del cual hemos recibido la Mención Especial de la Crítica. Dentro de todo el desastre, para mí era muy importante el estreno mexicano de la película en el Festival de Guadalajara, que iba a suceder una semana después de que todo estallara. Priscila y La Mami iban a ver la película por primera vez en pantalla grande allí y era muy importante cerrar este ciclo con ellas. Pero se ha tenido que retrasar, esperemos pronto pueda suceder, espero este momento con ansias.
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