El presente, pasado y futuro de Europa en Forum de la Berlinale
Por Ferran Calvet
La sensación que uno tiene cuando pasa unos días en la Berlinale es que, más allá de los grandes títulos comprimidos en Competición o en la emergente sección de Encounters, la sección que genera más expectación es Forum, lo que vendría a ser una caja con una treintena de películas dispuestas a experimentar con los límites del cine convencional -y documental- y a descubrir algunas de las joyas que van a circular por secciones paralelas -o no- de festivales el resto de la temporada cinéfila.
Entre estos títulos, procedentes de cuatro continentes, se pudieron visionar cinco propuestas con sello europeo que, pese a guardar notables diferencias formales entre ellas, conforman un retrato de la Europa contemporánea, confluyendo pasado, presente y una particular visión del futuro a través de retratos distópicos, crónicas visuales en zonas de conflicto o relatos surrealistas.
La primera de estas cintas viene avalada por un nombre conocido en el festival, cuya anterior película, No taxi do Jack, estuvo en esta misma sección hace dos ediciones. El nuevo trabajo de la portuguesa Susana Nobre, Cidade Rabat, presenta un personaje femenino, Helena, que se ve abocado a combinar las tareas laborales con las familiares, sobre todo con el cuidado de su madre. Cuando esta muere, después de dos años necesitando atención, la protagonista reprende su vida y descubre, poco a poco, un mundo que parecía haber olvidado. En la cinta, se pone sobre la mesa la afectación y el duelo desde un punto vitalista, aunque sin sobresaltos ni exageraciones. Cidade Rabat es un filme tan natural, que solo una experiencia similar podría servir de inspiración a la autora para encontrar el tono con el que desarrolla la narración.
El pulso del filme de Nobre viene determinado por la interpretación de su protagonista, Raquel Castro, que logra cambiar el registro del personaje en las contadas ocasiones que la historia lo exige, combinando la pesadumbre del duelo con momentos de más soltura y con un trasfondo hilarante, como es el caso de un fatídico control de alcoholemia que lleva a Helena a tener que realizar servicios sociales. Quizás por proximidad cronológica, Cidade Rabat conecta con la cinta lituana A feature film about life (Dovile Sarutyte, 2021), sobre todo en lo que refiere a la aceptación de la pérdida y la superación a través de una batalla contra su entorno.
Otra propuesta más cercana al documental es la cinta del director rumano Vlad Petri, Between Revolutions. En ella se nos presenta a dos amigas que se conocieron en los setenta en la universidad en Bucarest, Zahra y Maria, cuya amistad se vio condicionada por la partida de Zahra hacia su país, Irán, debido a la situación política de este. A partir de la narración oral de sus cartas y un conjunto de imágenes de archivo, se presentan -o se comparan- las inciertas situaciones políticas y sociales de sus respectivos países. Por un lado, la Revolución Islámica de 1979 en Irán, y, por otro, la Revolución Rumana que se fraguó diez años después con el objetivo de derrocar al Ceaucescu.
El objetivo de Petri es el de poner en paralelo dos de las revoluciones más importantes del último cuarto de siglo XX, cuyos efectos son palpables, todavía hoy en día, en sus respectivos territorios. Más interesante aún es el tono documental y realista que adquiere una película que tiene más ficción de lo que aparenta, cuya supuesta correspondencia cruzada surge de documentos extraídos de la policía secreta rumana y fueron ficcionados por la escritora romanesa Lavinia Braniste. Sin duda, Petri elabora otro ejemplo de cómo el cine de archivo y, por tanto, aparentemente verídico, puede despistar al espectador hasta el punto de creer en la existencia de sus protagonistas.
No podía faltar, en esta Berlinale, un conjunto de filmes que tratan sobre la guerra en Ucrania, justo en el primer aniversario del inicio de la invasión rusa. En la sección Forum recayó la cinta In Ukraine, de Piotr Pawlus y Tomasz Wolski, una película de rabiosa actualidad que se basa en la grabación estática y sin narración de escenarios afectados por la situación bélica del país europeo. En estas escenas, se nos acerca a la nueva realidad ucraniana, que es la de un país completamente sumido a sus causas militares.
Se trata de una propuesta que choca de frente con todos los inputs que uno puede haber recibido del conflicto, quizás de una tendencia más sensacionalista y siguiendo la inmediatez mediática. El sosiego de las imágenes de Pawlus y Wolski impresionan, sobre todo en las escenas en las que los niños son los protagonistas, vestidos de militares y con la intención de emular a los mayores. También es clave para el gran interés que suscita el filme que la cámara viaje por el territorio y la película muestre no solo escenas urbanas, sino también la afectación de conflicto en zonas metropolitanas o rurales, mostrando así lo realmente dura que es una zona de guerra y como afecta el conflicto en toda la geografía.
El título más experimental de la sección es una coproducción checo eslovena dirigida por Viera Čákanyová, Notes from eremocene. A partir de imágenes rodadas en super 8, que adquieren un carácter de objet trouvé, la directora presenta un filme de poco más de una hora en el que plantea un modelo de sociedad distópica en la que la inteligencia artificial se impone y, a través de tres voces, una de ellas creada a través de IA, se impone un escenario con diferentes estratos en los que conviven diferentes capas de lenguaje e imágenes, como una pieza arqueológica en la que relucen los vestigios de un tiempo pasado.
En un momento en la que funciones como ChatGPT están en el centro del debate público como una amenaza al conocimiento y la reflexión tal y como lo conocemos hoy en día, la película de Čákanyová reflexiona sobre la deriva posthumanista en el presente y la amenaza para el futuro, algo que, según la directora, puede llegar a dañar la propia democracia y los derechos humanos. Sin duda, un filme que se encripta a sí mismo para remarcar su voluntad de ahogar al espectador entre reflexiones, voces y ruidos.
La última rareza de la sección es una producción rumana dirigida por Sebastian Mihailescu, Mammalia. A través de rituales y grupúsculos sectarios que nos acercan al universo de Ari Aster o Robin Hardy, el filme nos presenta una serie de patéticos personajes que actúan con la premisa de presentar el ser humano en un estado de crisis crónica e insalvable.
La propuesta, tan extrema como asequible, atrae sin saber bien porqué, y nos presenta un relato existencialista con una clara lectura queer que le suma interés a la deriva surrealista y kitsch de la narración, pese a ser una amalgama de gags sin ningún tipo de coherencia ni linealidad narrativa.
En el seno de estas propuestas surgen una serie de cuestiones y reflexiones sobre la Europa que heredamos y hacia la que nos dirigimos que llenan de sentido una sección, Forum, que siempre ha procurado incluir un conjunto de películas que aporten esta multivisión del mundo.