‘Barcos. Doce cartas náuticas’: Navegar por la historia (D’A Film Festival)

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En la sección Un impulso colectivo de esta edición híbrida del D’A Film Festival de Barcelona, se encuentra una de las propuestas más sugerentes del certamen, un trabajo realizado por Vicente Domínguez y el grupo musical Elle Belga.

Por Ferran Calvet (D’A Film Festival)

En la sección Un impulso colectivo de esta edición híbrida del D’A Film Festival de Barcelona, se encuentra una de las propuestas, de primeras, más sugerentes del certamen: Barcos. Doce cartas náuticas, un trabajo realizado por Vicente Domínguez y el grupo musical Elle Belga, que combinan sus aptitudes para realizar un filme que se desarrolla a modo de experimento conceptual sonoro y visual.

Todo lo que se refiere a la imagen, es fruto de lo captado por la cámara durante un año natural entero en un punto cardinal exacto (43º35’30.9’’N 5º55’54.5’’O), en la costa de Asturias. Desde allí, el objetivo ha captado una serie de mercantes entrar en el puerto de Avilés, siempre acompañados por los remolcadores del lugar. Estas tranquilizadoras secuencias (doce en total, una para cada barco escogido), que van acompañadas de la parte sonora compuesta por Elle Belga, se contraponen con unos fragmentos textuales que surgen del estudio del nombre del barco, la mercancía que transporta o la procedencia, formando así lo que es un peculiar ensayo fílmico.

Con el guion compuesto a posteriori de la toma de las imágenes, este se centra en diferentes episodios históricos que han cambiado el rumbo de la humanidad y la forma del hombre de entenderse a sí mismo. A través de secuencias textuales (o, dicho correctamente, intertítulos) que preceden los planos de la entrada de los barcos al puerto, las historias se centran en sucesos como el descubrimiento de América, el Holocausto, el lanzamiento de las bombas atómicas, las guerras de Irak y Afganistán o los desastres humanitarios provocados por la URSS o la dictadura de Mao Tse Tung.

El filme comienza, curiosamente, y en clara referencia a los tiempos actuales, con una alusión histórica a la formación de la ciudad de Wuhan, el año 1911, tras el Levantamiento de Wuchang, que supuso el final de la dinastía imperial china. Barcos. Doce cartas náuticas se erige así como un film que pretende hablar del presente proyectando su mirada al pasado, a la(s) historia(s) centenarias que han forjado la sociedad contemporánea, la mayoría a base de episodios horripilantes.

El concepto central de la cinta es la contraposición de estos convulsos capítulos con la tranquilidad que transmite un mercante navegando, minutos antes de amarrar y descargar. Una serenidad acompañada de la evocadora música del conjunto formado por José Luis García y Fany Álvarez, que intenta transmitir aquello que la imagen y la palabra es incapaz. En estas secuencias marinas, los convoyes se presentan ante nosotros como grandes estructuras de piel curtida por sus grandes travesías. Como pantagruélicos hogares para sus tripulaciones y navegantes. Como una especie de no-lugares flotantes en continua circulación. O, y de forma definitiva, como estos vehículos que históricamente han actuado como puentes entre culturas y civilizaciones.

El resultado es un filme estimulante en su vertiente visual, sonora y narrativa, los que se podrían considerar sus ejes. El descubrimiento de una voz, la de Vicente Domínguez, hasta ahora poco conocida, de la que necesariamente vamos a tener que realizar un seguimiento. Barcos. Doce cartas náuticas es mucho más que una película programable en un festival. Es una obra de orfebrería forjada a seis manos que merece el reconocimiento de sectores más allá del audiovisual. El primer descubrimiento (al menos a nivel personal) de la presente edición del D’A.

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