‘Revenge’: La sed de venganza que desata la violencia

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Si sólo fuera permitido definir esta cinta con una palabra, esta sería “equilibrada”. Esta conclusión llega tras la sensación de que el guion se encarga de compensar todos aquellos aspectos de los que se abusa. | Por Ferran Calvet

Por Ferran Calvet

A medida que Revenge se ha ido proyectando en muestras y festivales españoles, todavía fuera de su recorrido comercial, ha ido captando una legión de cinéfilos partidarios de defender a capa y espada la cinta que ha sido una de las sensaciones de la temporada festivalera. Aunque en Francia ya se pudo ver en salas la pasada primavera, el próximo 24 de agosto es la fecha de su estreno en España, casi un año después de ser aclamada en el Festival de Cine de Sitges, donde su directora, Coralie Fargeat, para quien supone esta obra su ópera prima, se alzó con el premio a la Mejor Dirección.

Si sólo fuera permitido definir esta cinta con una palabra, esta sería “equilibrada”. Esta conclusión llega tras la sensación de que el guion se encarga de compensar todos aquellos aspectos de los que se abusa. El más claro ejemplo es el primer tramo del film. Si se puede tener la sensación de que existe un abuso de la sensualidad femenina de la protagonista, Jennifer –interpretada por una desatada Matilda Lutz-, esta se desvanece con el transcurso de la trama. Todos los abusos, ya sean de intensidad, violencia o repugnancia, se ven compensados y justificados, cosa que rearma de una madurez y equilibrio una cinta que fácilmente se podría haber ido de las manos.

Revenge, además, se ve cómo una bocanada de aire fresco para el género de terror, a veces tan clasificado y encasillado en unos métodos que a pesar de que se demuestre que Fargeat los conoce, se reinterpretan y reutilizan con una fórmula que funciona en todo momento. Estamos delante de un film ágil que combina sus recursos de forma inteligente para formar una tensión que no necesita de escenas de sustos fáciles, sino que basta con pensar que se tiene una despiadada Lutz pisando los talones.

El aspecto gore de la cinta se mantiene en la línea de lo ya comentado. Lejos de caer en el abuso, pero apareciendo y dando un juego necesario, es usado, casi como todos los recursos del film, de una forma inteligente y oportuna.

Una de las trampas dónde podría haber caído erróneamente este largometraje podría haber sido en la conversión del discurso feminista, que inevitablemente se desprende del film, en un discurso, que tras el feminista, esconde toques paternalistas (si utilizamos el vocabulario usado por los sectores feministas actuales). Quizás influenciado por tener una dirección femenina, la fuerza de Jen no se ve en ningún momento soportada por una figura masculina, siendo estos únicamente los antagonistas.

Coralie Farget consigue encajar a la perfección una serie de factores, que permiten considerar su primer trabajo como una obra redonda y sin nada de lo que arrepentirse. Como se viene repitiendo durante todo el texto, el equilibrio y la compensación construyen un escenario perfecto donde llevar a cabo una venganza despiadada y justa, asistida por la suerte que históricamente recae al héroe y unos toques fantásticos que propician la tensión y el sentido del film.

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