Las 10 películas del 2019

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Ahí va esta humilde selección de películas que justifican, en cierta manera, un año de cine, festivales, pases de prensa y pequeña pantalla. | Por Ferran Calvet

Es hora de repartir el pastel | Fotograma de ‘El hoyo’, de Galder Gaztelu-Urrutia.

Por Ferran Calvet

Leí hará cosa de un par de días un tuit de Santiago Segura en el que apuntaba que las listas de las “mejores” películas del año (y de la década) no eran más que las favoritas de los que las elaboraban. Creo que es la mejor definición no solo de los listados que año tras año aparecen en la mayoría de medios (digitales y en papel) sino del cine en general. Un arte que, como en todos los aspectos de la vida, el gusto del espectador medio es el que determina si una película vale la pena que transcienda o no.

El año pasado, en esta misma web, lanzábamos las que considerábamos las mejores 10 películas del año, en un artículo firmado por Redacción y dando a conocer dos películas por día, en un intento de atraer la atención de los lectores. El cambio de pensamiento a nivel personal y la sobreoferta de listas que año tras año se da provocan que el enfoque esta vez sea diferente. Una lista que no pretende imponer ningún criterio sino mostrar las cintas que, efectivamente, han dejado una huella más significativa en el imaginario cinematográfico de quien suscribe estas líneas, esta vez de forma personal, sin esconderse tras la firma de “Redacción”.

Así pues, ahí va esta humilde selección de películas que justifican, en cierta manera, un año de cine, festivales, pases de prensa y pequeña pantalla.

10. La Banda, de Roberto Bueso.

Una pequeña joya del cine español que no ha recibido todos los elogios que merece. Un relato sobre la amistad y el amor en un pequeño pueblo de Valencia que pasó por el Festival de Málaga y que fue estrenada, el mismo día de su estreno en salas, en el Cinema Jove de Valencia en una sesión pletórica. Servidor habló de ella el día de su estreno, apuntando el siguiente, que sigue suscribiendo al pie de la letra: “el punto clave de la cinta es no agarrarse a la reflexión profunda y dramática de los conflictos. Los toques de humor, de este del que es inevitable no verse a uno mismo o a alguien cercano, enganchan y pone de su bando al espectador. La ternura, la empatía y el amor, sobretodo el amor, son los ejes de esta cinta, que acaba resultando un homenaje a las buenas amistades, de las de toda la vida, las que perduran más allá de intereses o del camino que a cada uno le lleva la vida.»

9. Sesión Salvaje, de Paco Limón y Julio César Sánchez.

Estrenada en el Festival de Sitges (aquí la crónica del día de su estreno), Sesión Salvaje es un trabajo arqueológico que recupera un cine completamente olvidado por la academia y la cinefilia más exquisita, el de género y explotación en España, un cine que estuvo marcado por su propia marginación y por el contexto sociocultural del momento. Un documental que se apoya en voces autorizadas y apasionadas (y nostálgicas) de un género que determinó la forma de entender el séptimo arte a toda una generación.

8. The Irishman, de Martin Scorsese.

Es posible que el nuevo milagro de Scorsese ocupe puestos más altos en otras listas, pero la prudencia es uno de mis mejores atributos. Cuando se creía que ya no se podía saltar al primer plano mediático con una película sobre la mafia, llega Scorsese y nos rompe la creencia con una cinta magna de 3 horas y media juntando un elenco de aquello más scorsesiano: la dupla De Niro-Pesci y el gran Al Pacino. Una película que merece ser vista del tirón y, si se puede, en pantalla grande en uno de los cines seleccionados para proyectarla. Cabe recordar que para Scorsese, El Irlandés se suma a otro proyecto estrenado este mismo año en Netflix: Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese.

7. La verité, de Hirokazu Kore-eda.

Otro milagro es el llevado a cabo por Hirokazu Kore-eda en su primera incursión en el cine europeo, o más bien dicho, su primer trabajo realizado fuera de su país natal, Japón. Lo que parecía una cinta que respondía a la relevancia obtenida por Kore-eda a raíz de la Palma de Oro conseguida por Shoplifters, termina siendo una película sincera que invita a una profunda reflexión sobre el cine, la ficción y las relaciones afectuosas. Escribí sobre ella en este mismo medio.

6. El hotel a orillas del río, de Hong Sang-soo.

Aunque el año de producción de esta obra sea el 2018, no fue hasta el penúltimo día de agosto de 2019 que no llegó a salas españolas. El hotel a orillas del río despierta sensaciones opuestas pero certifica –otro- año de oro para el cine asiático y el surcoreano en especial. En un blanco y negro impecable, el prolífico Sang-soo sella una aproximación a la soledad, las almas humanas y a las relaciones paterno-filiales a través de una sutileza inigualable.

5. El hoyo, de Galder Gaztelu-Urrutia.

La cinta española fue de lo mejor de la Sección Oficial de la pasada edición del Festival de Sitges (crónica del día de su estreno en el Festival, aquí), un mérito materializado con el Premio a Mejor Película del certamen. Una película que plantea una metáfora social y jerárquica que pone en tela de juicio la solidaridad del ser humano y su capacidad para repartir los recursos de una forma justa y equilibrada, primando siempre el egoísmo y el cuánto-más-mejor. Un film en ocasiones sobre-simbolizado y mal cerrado que no deja de tener un potencial enorme por su alegoría de la sociedad contemporánea.

4. Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar.

La última película del manchego significa, en cierta medida, una de las cumbres del cine español y del propio autor. Seria candidata en Cannes para llevarse la Palma de Oro, ha cosechado reconocimientos de público y prensa allí por donde ha pasado. La cinta nos adentra al universo personal del director español por excelencia, con un retrato meta fílmico que conmueve y fascina, una pieza más que se añade al universo Almodóvar después de un par de intentos fallidos.

3. El faro, de Robert Eggers.

Cuando Eggers inauguró el Festival de Sitges hará cosa de 4 años con The Witch, nadie se imaginaba el monstruo que estaba naciendo. Unos años más tarde, el estadounidense volvió a Sitges ya consagrado, pero con ganas de reafirmar esta consagración (crónica del día de su proyección en el Festival, aquí). El elenco en sí no tiene nombre, y si aún sin verla te imaginas a estos dos alcanzados por la locura en alta mar, puedes intuir que significa El faro para este año cinéfilo. Un trance entre la cordura y la locura, una batalla de islas, de mares, mareas y tormentas, un espectáculo retórico, interpretativo, estético y supersticioso. Una obra completa.

2. Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma.

La obra de Sciamma resulta ser la sorpresa más grata de la temporada, aquello que nadie vino a venir pero que cuando apareció lo hizo para dejar una profunda huella. Una película que confía todo su potencial a un juego de miradas traicioneras y cómplices, a una estética que parece estar pensada para ser estampada sobre un lienzo, y a escenas y estampas tan desgarradoras como bellas. Joya de joyas.

1. Parásitos, de Bong Joon-ho.

Des de que servidor visionó la que se puede considerar la obra magna del cineasta surcoreano, supo que en lo que quedaba de año no volvería a ver nada igual. Una película tan compleja, poliédrica y difícil de abarcar que se presenta como una catedral a ojos de una hormiga. Una fábula de clase que trata los roles de dos estratos sociales opuestos, de la servidumbre y la dominación, de los intereses familiares y socioeconómicos, sobre como pisar al contrincante para conseguir lo que uno anhela. Sobre como ser un parásito. Y sobre como desear siempre aquello que uno no posee, aunque esto signifique recargarse de cinismo e hipocresía. Una obra maestra de la década y del siglo XXI.

Jaime Lyon fue el encargado de elaborar una reseña para la web sobre ‘Parásitos’.

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