‘Entre dos aguas’: Dosis de realidades

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‘Entre dos aguas’, del director catalán Isaki Lacuesta, retoma la historia de los hermanos Gómez Romero, Isra y Cheíto, que ya protagonizaron ‘La leyenda del tiempo’. | Por Ferran Calvet

Por Ferran Calvet 

La octava edición del Festival Internacional de Cinema del Vi i el Cava de Vilafranca del Penedès (Most) ha destacado por su potente programación, en la que se han incluido títulos que atraen a un público ante todo cinéfilo, de autores como Naomi Kawase, Jean Luc Godard, Olivier Assayas, Isaki Lacuesta o Hirokazu Kore-eda. Es así como esta muestra se consolida todavía más dentro del panorama de festivales de autor catalanes, apoyado además por una generosa oferta gastronómica paralela a las proyecciones, que concuerda con la temática vinícola del festival.

Justo en el penúltimo día de certamen, una larga cola espera la apertura de puertas del cine Kubrick en pleno centro de la capital del Penedès y co-capital de los castellers y del vino catalán. El motivo no es otro que la visualización de la flamante ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián el pasado mes de setiembre. Para los que su brújula cinematográfica se centra en las películas triunfadoras de los festivales más importantes, la sección Gran Reserva del Most parece estar hecha a medida para complacer estos paladares: Palma de Oro, Palma de Oro Especial y Concha de Oro. Lo mejor de lo mejor.

Ya dentro del aspecto cinematográfico, ‘Entre dos aguas’, del director catalán Isaki Lacuesta, retoma la historia de los hermanos Gómez Romero, Isra y Cheíto, que ya protagonizaron ‘La leyenda del tiempo’, film de iniciación de Lacuesta, rodada hace doce años. Si el título de esa primera obra hacía referencia a una canción de Camarón de la Isla, esta vez la referencia es para uno de los temas más populares de Paco de Lucía. Esta es solo una muestra de la continuidad que busca el director a través de diferentes mecanismos, aunque el que más explota y el que mejor funciona son los flashbacks que nos presentan a Isra y Cheíto en su niñez, los cuales van aportando luz sobre el presente de los personajes.

El film en su totalidad adquiere un tono de pseudo-documental o de cinema vérité que provoca el replanteamiento una y otra vez de la frontera entre la realidad y la ficción, no sólo en la cinta, sino en el cine o en la misma realidad. El realismo que desprende el film otorga a la cámara la cualidad de ojo, o incluso propone su absoluta invisibilidad. En términos técnicos, la utilización de la steadycam y de los primerísimos primeros planos, determinan no sólo el realismo de las imágenes, sino que acentúan el dramatismo y la sensación de formar parte del relato en primera persona.

El título escogido por Lacuesta, además, define en tres palabras el fundamento de la trama presentada. Las ‘aguas’ metaforizando los polos o los contrastes que se presentan en la cinta, y el espacio intermedio e intercambiante en el que se encuentran los protagonistas, sobretodo Isra. La prisión y la libertad, el bien y el mal, la moralidad y la inmoralidad, Isra y Cheíto, o la realidad y la ficción, son contraposiciones que se nos presentan conectadas a través de una opaca gama de grises.

Isaki Lacuesta logra formar un relato crudo y gris, en el que además se puede buscar un trasfondo socio-político, aunque no sea un ejercicio requerido para entender lo que se nos plantea, como mínimo no tanto como entender las diferentes gamas entre las que se encuentra su protagonista, e incluso como ponerse en su propia piel. Sólo con este último ejercicio, la cinta ya adquiere el sentido humano que se le pretende otorgar, y el espectador, paciente por norma, cumple con su papel, que no es el de contemplador, sino el de partícipe pasivo.

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