Análisis de ‘Madre’, de Rodrigo Sorogoyen (2017)

Por Jaime Lyon 

Con motivo del estreno del largometraje Madre de Rodrigo Sorogoyen, nos hemos propuesto analizar el corto del mismo nombre. La protagonista de Madre (2017) es Marta (Marta Nieto), la madre de Iván (Álvaro Balas). Un día, Marta llega a casa acompañada por su madre (Blanca Apilánez) y recibe una llamada de su hijo, quien está de vacaciones en Francia con su padre. Al principio todo parece ir bien, pero pronto Marta descubre que Iván está solo porque su padre se ha ido a la caravana para coger algo y está tardando en llegar.

[A partir de aquí hay spoilers.]

El corto comienza con la imagen de una playa desolada, en principio, no hay nada de aterrador en este ambiente, pero provoca una especie de incertidumbre en el espectador. Si conocemos la sinopsis del corto, lo primero que sentimos no es serenidad por ver una playa tranquila, lo que sentimos es angustia porque quizá deberíamos ver a un niño, pero no lo vemos.

En el minuto 1:33 empieza un plano secuencia que abarca prácticamente casi todo el cortometraje. Este recurso es muy acertado porque provoca una sensación de inmediatez, de que se están viendo las cosas conforme están pasando, por lo que el espectador se ve absorbido inmediatamente por la historia. También representa un gran reto para el equipo técnico, ya que todo debe estar orquestado al detalle, y para las actrices, que deben tener muy en cuenta sus marcas y la presión por equivocarse aumenta por tratarse de una escena tan larga.

Si nos fijamos en las dos imágenes anteriores, contrasta el espacio abierto de la playa con el del piso de Marta. Los dos son angustiosos por distintos motivos: el primero, porque al ser tan espacioso da la sensación de que Iván podría estar en cualquier sitio, si de verdad le ha ocurrido algo, será difícil encontrarlo; el segundo, porque captura el agobio que siente la protagonista, se siente atrapada por la situación. Por otro lado, la decisión de no mostrar nunca a Iván es magnífica porque, al igual que Marta, nuestra imaginación puede ser mucho peor que la realidad.

Uno de los retos de un corto es plantear una situación creíble en poco tiempo con unos personajes que creemos conocer. El guion de Madre está concebido de tal forma que desde el primer momento en el que aparecen madre e hija en escena, el espectador es consciente del tipo de relación que mantienen, solo en cuestión de dos minutos. El personaje interpretado por Blanca Apilánez es exigente con su hija, tiene una actitud pasivo-agresiva con ella, no aprueba ciertos comportamientos y, lo que es peor, se mete mucho en su vida, especialmente la sentimental. El personaje de Marta Nieto, por otro lado, la aguanta porque es su madre, aunque tiene comentarios que no le agradan lo más mínimo. Conforme avanza el metraje, la tensión entre ambas va aumentando, la situación es, evidentemente, responsable en parte de ello, pero la propia naturaleza de esta relación materno-filial también.

Siguiendo con el guion, la organización de los descubrimientos por parte de Marta es magistral, todo está insertado para que haya un in crescendo de paranoia y de preocupación. Vemos que se preocupa prácticamente desde el principio, pero intenta ocultarlo para que su hijo no se ponga nervioso, lo logra, pero solo al principio, luego pierde el control, como es normal.

Este es el momento en el que ella explota, Sorogoyen se ha guardado el primer plano hasta el límite, no ha abusado de él, podría haberlo utilizado en muchas otras ocasiones, pero espera hasta este justo momento. El trabajo de posicionamiento de la actriz es también fantástico, está casi mirando a cámara para que podamos ver a la perfección su rostro en llanto.

El tramo final es brillante por la ambigüedad que posee. Empecemos con este momento que vemos en la fotografía. Se introduce por primer vez música en todo el cortometraje, además, una música de carácter misterioso, perturbador.

En este momento se corta con el plano secuencia para llamar nuestra atención, perfectamente se podría haber continuado con el mismo recurso.

Vemos al personaje de Blanca Apilánez, sigue la música que ya es espeluznante, ella está con el rostro dividido en sombras, con una expresión indescifrable. ¿Será que está preocupada o tiene algo que ver en todo el entramado? Es una pregunta difícil de contestar porque sería muy rocambolesco que todo fuese un plan y que ella estuviese implicada, pero los recursos que utiliza Sorogoyen son cuantos menos llamativos en este tramo final.

A continuación, se corta de forma repentina la música y volvemos a ver la playa, en calma, que en cualquier otra situación transmitiría paz, pero aquí lo que hace es inquietarnos.